Arctic Monkeys está destinada a consagrarse como una de las mejores bandas de rock de la historia. Poco a poco, a través de cada álbum que lanzan, nos muestran una nueva e interesante faceta creativa que va solidificando su exitosa carrera, y en esta ocasión, AM es el disco que los consolida como una de las bandas más atractivas de la generación actual, pese a que su sonido «traiciona» el agitado espíritu de sus dos primeros discos con los que cautivaron a la mayoría de sus fans.
Hablando sobre sus primeros discos, uno de los comentarios negativos hacia los Arctic que más he escuchado es: «ya no son lo que eran en su primer disco, y por lo tanto, han empeorado». Sin duda, su primer disco goza de un sonido crudo y fresco que logró sintetizar los sonidos que las bandas jóvenes independientes estaban haciendo en la primera mitad de la década 00. Además de ello, se hizo en forma de «álbum conceptual». Así como The Beatles lo hizo con su Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967), como Pink Floyd con su The Wall (1979), como Radiohead con su OK Computer (1997), o como Nine Inch Nails con su Fragile (1999); los Arctic exploraron un tema único a través de todo el álbum, contándonos una historia muy intensa de 41 minutos. Todas las canciones alimentan el tema común del que trata el disco: la juventud posmoderna inglesa. Una crítica (y auto-crítica) muy inteligente hacia sus contemporáneos, en un marco que reflejaba sus tempranas influencias: The Strokes, Oasis, The Smiths y The Streets. Sin duda los Arctic se levantaron con el pie derecho en el 2006. Hicieron uno de los álbumes ingleses más representativos de la década pasada, considerado así tanto por mí, como por Lars Ulrich baterista de Metallica, como por muchos otros. Lograron un producto único que les hizo ganar muchos premios, incluyendo un Mercury Prize, premio musical que goza la mayor credibilidad en el mundo de la música alternativa. Y aún así decidieron no repetirse, no volver a hacer lo que habían hecho, y eso, es un punto muy a favor y no uno en contra.
En cada álbum que han lanzado han decidido explorar caminos diferentes y AM no es la excepción. Tuvieron el suficiente temple y confianza para arriesgarse por nuevos senderos, lo cual refleja que no nos encontramos ante cualquier banda, sino ante una que decide romper los esquemas que ellos mismos han creado para poder trascender. Por ello, aplicar un argumento tan indigno para una banda de tal calibre, como lo es el decir que son «malos» sólo por no seguir el mismo sonido de sus primeros años, es porque no se les está entendiendo de la manera correcta.
Esta vez, en AM, los monos del ártico suenan a una mezcla de Black Sabbath, con el robot rock de los Queens of the Stone Age, con reminiscencias a «Dancing Shoes», a «Suck It and See» y a muchas otras cosas. Una combinación que podría parecer extraña en el papel, pero en la realidad es tan fluida y natural que pareciera que es el estilo que han tocado durante toda su no-tan-larga carrera.
La influencia de Sabbath (muy notoria en «Arabella» donde el sonido de Paranoid (1970) es demasiado obvio) ya se notaba desde que lanzaron Humbug (2009), su álbum más oscuro.
El álbum está plagado de coros influenciados por Josh Homme de los QOTSA, muy al estilo «Make It wit Chu». Los coros, como siempre y por increíble que parezca (para quien no esté tan familiarizado con la agrupación), están a cargo del baterista Matt Helders y, esta vez, también del bajista Nick O’Malley.
Por otra parte, tenemos la influencia de Dr. Dre (que los mismos integrantes de la banda han citado) en canciones como «One for the Road». Recordemos que la banda siempre ha tenido influencias de rap. Alex, en el inicio de la banda, cantaba intentando evocar al rap que tanto le gustaba en un acento inglés de Yorkshire. (El primer bajista de la banda, Andy Nicholson, hizo una banda de rap tras su salida de los Arctic). Dizzee Rascal colaborando en «Temptation Greets You Like Your Naughty Friend». El rap siempre ha estado ahí, no es algo nuevo en ellos.
Los Arctic le impregnan dos sellos muy característicos a cada uno de sus álbumes: El primero es la división del álbum en dos partes. Las limitantes del vinilo en cuanto a cantidad de información que puede almacenar hace que generalmente se tenga que dividir a todos los álbumes en Side A y Side B. Sin embargo, los Arctic son de las pocas propuestas actuales que cuidan mucho que cada Side tenga coherencia por sí misma. Sólo estos ingleses modernos logran llevar la experiencia sonora por un camino lógico. Por ejemplo, en su Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not (2006) tenemos un Side A completamente explosivo que empieza con «The View from the Afternoon» y termina con «Still Take You Home». Cuando finaliza, tenemos que darle una vuelta al vinilo, y en vez de que suene algo nuevamente agresivo, los Arctic nos procuran no arruinar la experiencia sonora haciéndonos escuchar una canción más relajada, una que sigue el camino lógico de haber detenido el sonido por unos segundos. El Side B empieza con «Riot Van», una clara diferencia respecto al lado anterior. Este hermoso detalle se encuentra en cada LP de ellos, y nos revela que ellos saben perfectamente la experiencia sonora que quieren conseguir. En Favourite Worst Nightmare (2007) es como si tuviéramos dos álbumes diferentes en un mismo empaque. Cada uno empieza explosivamente y termina en una forma introspectivamente etérea. En Humbug (2009) es menos clara la división, pero se nota por la forma progresiva en la que se construyen las dos partes, ambas con clímax muy interesantes: «Dangeorous Animals» en el A y «Pretty Visitors» en el B. En Suck it and See (2011) la primera parte nos devela un pop que poco a poco se va conjugando con la psicodelia, mientras que el Side B es la faceta más melosa de la banda.
Perdonen que haya explicado tan minuciosamente este aspecto cuando se trata de una reseña de AM, pero un detalle así vale la pena entenderlo, pues con el nuevo LP sucede exactamente lo mismo. Las dos partes tienen sentido por sí solas. La primera transita poco a poco por caminos oscuros, guitarras setenteras y un bajeo sobrio, hasta terminar con una balada llamada «No. 1 Party Anthem», muy al estilo Suck it and See. La segunda parte empieza lentamente con «Mad Sounds» y nos lleva por un viaje más delicado y refinado, con canciones como «Fireside» o «Snap Out of It».
El segundo sello de la banda son sus canciones finales: épicas epopeyas escritas por Turner; verdaderas odas a los sentimientos del ser humano que hacen desvanecer a cualquiera. «A Certain Romance» es el amor a la sinceridad de ser uno mismo. «505» nos cuenta la ansiedad y peleas que Alex y su novia sufrían por la distancia. «The Jeweller’s Hands», de difícil interpretación, probablemente cuenta el desprecio a la superficialidad de las personas. «That’s Where You’re Wrong» es una gran metáfora de cómo, a través del tiempo, los celos y el engaño destruyen una relación amorosa. «I Wanna Be Yours», última canción de AM, es una declaración muy abierta hacia el amor por otra persona; hacia ese sentimiento de saber que se ha encontrado el verdadero amor y mostrarse en completa disposición para convertirse en el «todo» de la persona que se ama. Aunque esta vez no es escrita por Turner, encaja perfectamente.
Las letras son un poco menos metafóricas y más comprensibles a comparación de lo escrito en los anteriores dos discos. Reflejan experiencias más personales en las relaciones sociales de Alex: temas catárticos en donde apreciamos las preguntas amorosas que no puede responder por sí solo.
Por otro lado, y como ya nos tienen acostumbrados, los lados B son igual de buenos que cualquier tema que esté presente en el disco. «2013», «Stop the World I Wanna Get Off with You» y «Electricity» no son temas menores, cualquier banda estaría orgullosa de haberlos creado.
Se dice que el tercer disco de las bandas es la prueba de fuego para considerarse grandes o mediocres. Los Arctic superaron la prueba con los ambientes densos de Humbug; sin embargo, mantenerse bien parado en el quinto álbum es lo que hace consagrarse. Los monos, con estilo y grandes ideas en la producción, lo han logrado (con creces).
Por último, he decidido poner un comentario que he leído en internet, y que resume a este álbum:
«I’m gonna have AM on repeat until I die. bye» – solnce157