El debut de la banda Wolf Alice ha llegado, y con ello, una serie de interesantes opiniones por parte de la crítica que lo sitúan como uno de los mejores discos del año e incluso de la década (como lo ha hecho la NME). Nosotros somos un poco más reservados al respecto y explicamos el por qué con la siguiente reseña.
En primer lugar, para contextualizar lo que es la banda, si tuviéramos que definir a Wolf Alice diríamos que es como una especie de grupo de porristas cosmonautas gustosas de un pop chicloso y bizarro que juguetea con la electrónica ochentera, el noise, el punk juvenil y los momentos más acuosos de My Bloody Valentine. Definitivamente lo primero que reluce en el sonido es toda la maraña de influencias que se llegan a percibir. Lo han hecho muy bien en My Love Is Cool al mezclarlo todo y que suene, en primer lugar, a algo «diferente» (hasta cierto punto), y en segundo, que parezca que fue natural hacerlo de esa forma. Sin embargo, han sacrificado un poco la brutal energía que inyectaban en sus primeras composiciones publicadas en sus EPs: Blush (2013) y Creature Songs (2014) para decantarse por un sonido más easy-listening.
¿Exactamente cómo logra innovar y ser algo diferente My Love Is Cool? A través de la experimentación sonora que funcionan como reminiscencias a Elastica o a Blonde Redhead, sin superarlas en ningún momento. Acá es donde el hype se rompe, ya que basta hacer un poco de memoria para darse cuenta que existen muchísimos proyectos que han logrado resultados sorprendentes con una fórmula similar a la de Wolf Alice (*cof* *cof* Sleigh Bells), cada quién dentro de su género, por lo que no hay una «innovación» real y consistente. Para hablar de forma más clara, su «innovacion» es comparable, tal vez, con lo que logró hacer The Cranberries en su momento (saquen sus propias conclusiones), sólo por poner un ejemplo.
¿Entonces, exactamente a qué suena? La respuesta: un sonido que envuelve muchas capas de distorsión, minimalismo electrónico y destellos de una felicidad empalagosa; todo digerido para el gusto de las masas insaciables. Hay momentos sublimes como «You’re a Germ», sin embargo, como placa, deja muchas cosas que desear al presentarnos un concepto repetido y enfocado meramente en las tendencias sónicas de la actualidad.
Algo en lo que falla completamente el disco es en la composición de las letras de las canciones: Vacías, fantoches y llenas de lugares comunes a tal grado que le darían pena ajena hasta a una niña de secundaria.
«¿No quieres tomarte tu tiempo y llegar a conocerme? Podríamos construir un mundo perfecto. Tengo trucos que realmente quiero mostrarte. Yo podría ser tu chica perfecta.»
Lo simpático con bandas como Wolf Alice es que no se puede entrever su futuro. Por una parte, la energía entregada hasta el momento y su estilo hacen que pensemos en un camino hacia la consolidación mainstream de forma inmediata como pasó con MGMT o The xx al lanzar sus álbumes debut. Por otra parte, su falta de versatilidad dentro de su misma placa, así como las letras vacías de mensajes sustanciales y la carencia de una filosofía e identidad en su imagen que sea atractiva hacia el publico, hacen que también preveamos que para el segundo disco se desinflen y queden como una anécdota más de esta década que le es cada vez más difícil encontrar una identidad.
Wolf Alice es una banda inglesa formada en el 2010 por Ellie Roswell y Joff Oddie. Lanzaron su primer EP de tres canciones ese mismo año. En el 2013 lanzaron su primer EP oficial titulado Blush. El material más primitivo que compuso el grupo suena a pop-folk, algo que cambió cuando Joel Amey se integró como baterista, orientando el sonido a un rock más espacial.