The Horrors lanzan un esperado cuarto álbum que, a comparación de todo lo que habían hecho anteriormente, no sorprende en lo más mínimo; algo difícil de creer viniendo de esta banda que siempre se ha encargado de mostrar ideas frescas. Lo lamentable del asunto es que han decidido olvidarse de aquella majestuosa placa que llamó tanto la atención del mundo musical y que fue nominada al Mercury Prize en 2009: Primary Colours; y en vez de ello, se han asentado en los sonidos de su tercera producción.
¿Pero qué había en Primary Colours que encantaba tanto? El disco era un misterioso y bien logrado paraje que resultaba en muchos momentos en un viaje extremadamente ambiental, incluyendo el inicio del álbum en el que un ritmo cuasi-techno y una atmósfera oscura y penetrante construida con teclados dominaba instantáneamente los sentidos. Aquella vez encontraron un equilibrio perfecto entre el punk oscuro y el shoegaze más atronador. La rabia de su primer álbum la exploraron desde otro género distante, pero seguía ahí, como se notaba en »Who Can Say» o »New Ice Age».
Esta vez, siguiendo con la línea electro en la que ya se establecieron, crean una continuación directa de Skying (2011), el cuál transitaba por atmósferas tranquilas y agradables, cercanas al dream pop. La suave voz de Faris Badwan y los sintetizadores ochenteramente destellantes son los protagonistas nuevamente. En esta ocasión, tanto la batería como el bajo pierden un poco de protagonismo respecto a su obra maestra Primary Colours.
El ya clásico inicio etéreo del álbum nuevamente hace acto de presencia. Las texturas creadas por la guitarra de Joshua Third, así como los teclados, son más sólidos respecto a Skying, perdiendo esa distorsión lejana y otorgándonos algo más pop. Incluso en «Change Your Mind» se dan la oportunidad de crear una balada en toda regla que remite inmediatamente a Echo & the Bunnymen y al new wave más pop de los 80s. Durante los 51 minutos que dura el disco no existe reminiscencia alguna a la oscura rabia que hace siete años construyeron en un debut lleno de horror punk y garage ruidoso.
El factor de ser tan parecido a su antecesor hace caer al álbum en algo que suena muy repetitivo. No hay un cambio en su propuesta sonora y sólo se limitan a repetir la fórmula que les ha hecho sentir cómodos. No es un mal álbum, como se aprecia en las poderosas canciones »So Now You Know» o »I See You», pero no hay algo que represente una evolución o un progreso a excepción de que Luminous parece más animado, incluso por momentos rasante a un álbum hecho para la pista de baile.
Luminous parece haber tomado las ideas de Skying, condensándolas y ejecutándolas de mejor manera, aunque perdiendo completamente esas texturas y procesado del sonido que parecía ser algo grabado subacuáticamente. Si no se escuchó Skying en su momento, tal vez es mejor darle primero una oportunidad a Luminous para engancharse con la faceta más tranquila de la banda. Si se fue fan de Skying en su momento, Luminous sabrá a decepción.
En el 2005 la escena independiente mundial vivía una revaloración muy importante por parte de la industria y de las bandas. Era un mundo post-Strokes que se había encrudecido por el resurgimiento y revival del post-punk en Inglaterra y EE.UU.. Interpol, Editors, She Wants Revenge, The Bravery, Black Wire, Humanzi, entre muchas otras bandas, se encargaron de posicionar los gustos por atmósferas oscuras nuevamente entre los adolescentes. En esa época, una nueva banda se subió a este carro: The Horrors, que además incorporaba entre sus tópicos líricos la literatura de terror, muy a la usanza de los Misfits. En 2007 lanzaron un debut intenso y bien logrado llamado Strange House, subtitulado Psychotic Sounds for Freaks and Weirdos (que definía perfectamente lo que se encontraba en él), con una producción liderada por el maestro Alan Moulder que los catapultó a la fama. Conforme su carrera ha avanzado, han explorado diferentes géneros musicales como el shoegaze en Primary Colours o el dream pop en Skying, con resultados extraordinarios.