Uno de los álbumes que más se antojaban escuchar este año era el debut de Hinds, una banda española que durante los dos últimos años habían captado la atención de los medios alternativos gracias a la publicación de su demo y dos sencillos. Sin embargo, la emoción duró muy poco ya que, después de darle varias repasadas a su debut, sólo podemos decir que se queda demasiado corto respecto a las expectativas que se generaron alrededor de él.
Pero vayamos por partes: Hinds es el ejemplo de cómo la industria «alternativa» hypea de forma tan absurda bandas que su sonido se puede encontrar fácilmente en cada esquina, pero que se pueden comercializar por lo que estéticamente representan: tendencias en la moda femenina.
O también es el ejemplo de que nuestra sociedad retrógrada se deja hipnotizar por cuatro chicas jugando a la banda de rock pensando que eso es ser incluyente. Y vaya que no se trata de menospreciar el trabajo de la banda, el cual probablemente fue arduo para llegar a donde están; se trata de no ser un cómplice más con las prácticas que dañan el desarrollo del verdadero talento y prefieren la apariencia al ser, lo superficial a lo trascendental, el significante al significado… y Hinds prefiere su imagen a proponer algo significativo en su sonido.
Lo que encontramos en la placa es un pop digerible que no requiere nada para entenderse y poco para identificarse con él. Su fórmula se va a la segura construyendo melodías nostálgicas que evocan por segundos el esplendor del garage rock sesentero, y por otros momentos, el minimalismo moderno de The Vaccines o Little Joy. Por supuesto, siempre emulando la ambientación lo-fi que se ha vuelto tan común en esta década.
Sin embargo, al contrario de cosas como Unknown Mortal Orchestra (2011), Manipulator (2014) de Ty Segall o Innerspeaker (2010) de Tame Impala, por poner sólo algunos ejemplos; Leave Me Alone parece sentirse como una repetición más de lo que en algún momento fue un justo tributo a las bandas que habían forjado el concepto de rock. Hinds llegan tarde a la fiesta y se quieren comer un pastel que ya no les corresponde.
Los puntos a favor del disco se centran en el descuido con el que fue realizado, mostrando sin tapujos su realidad en sus habilidades técnicas como músicos y reafirmándose adecuadamente con un título que le dota de un discurso honesto; así como el buen manejo de las reminisencias al surf pop que le hacen tener una «identidad» fresca y llena de atractivo para las nuevas generaciones.
Las letras de la placa parecen ensoñaciones de experiencias adolescentes que nos revelan los profundos deseos enterrados en el inconsciente de la juventud. A través de la voz principal podemos escuchar una búsqueda absurda del amor, un hedonismo sexual camuflado de buenas intenciones, así como algo de desesperación por vivir y encontrar algo de sentido a los hábitos y a la vida.
Por algunos momentos puede ser disfrutable, pero se queda simplemente en eso. No merece premios, ni ser escuchado por años. Tan sólo algunas canciones de él serán parte del setlist de muchos para el próximo verano… y ya.
Hinds es una banda de garage pop lo-fi formada en el año 2011 en Madrid, España. En abril de 2014 publicaron Bamboo y Trippy Gum en Bandcamp y pronto captaron la atención de numerosos medios internacionales y desde entonces han actuado en Gran Bretaña, Francia, Portugal, Alemania, Noruega, Dinamarca, Holanda, Tailandia, Australia y Estados Unidos, siendo headliners en numerosos conciertos a pesar de haber publicado solo 4 temas oficiales. El nombre inicial del grupo era Deers (ciervos en inglés), pero se vieron obligadas a cambiarlo a finales de 2014, tras alegar un grupo canadiense de nombre similar que el nombre de Deers podía producir confusión. El grupo cambió de nombre a Hinds (ciervas) oficialmente el 7 de enero de 2015.