Foals nos mintió. Se supone que What Went Down iba a ser su disco más pesado, dramático y rápido, sin embargo, son muy pocos los momentos densos que nuestros oídos llegan a percibir. Aún con este quiebre importante de expectativas, el álbum cumple satisfactoriamente su objetivo de ser una bella experiencia estética que complacerá a los amantes de sus discos previos (y debería de gustarle realmente a todo mundo).
Hago una referencia a los amantes de su pasado, ya que, si de algo peca este disco, es de tratar de complacer a los que disfrutaron de Total Life Forever (2010) y Holy Fire (2013), sin mostrar en ningún momento un interés de dirigirse a nuevos caminos o de mostrar esa ansiada experimentación arriesgada que sabemos la pueden ejecutar magistralmente (las pruebas irrefutables están en «Tron», «Hummer» «Heavy Water» y bueno, en todo el Antidotes (2008)).
What Went Down: Un álbum sin grandes riesgos pero bellamente trabajado
Al igual que todo lo que han hecho, el disco sigue una fórmula progresiva que muestra bellos paisajes limpios, secos y tranquilos que llegan a explotar intensamente en refinados coros excelentemente bien trabajados por Philippakis y en alguna que otra extravagancia instrumental. Obviamente no todo puede ser exactamente igual y What Went Down (2015) muestra su identidad única en pequeñas, aunque perceptibles, diferencias que tiene con sus hermanos, sobre todo en la producción, la cual es más «oscura» en esta ocasión (lamentablemente poco parecida a la que en el Antidotes se atisbaba que podrían lograr).
Probablemente para los amantes del pop y lo suave, les parecerá un retroceso respecto a Holy Fire (2013), pero para quien quiera abrir un poco los oídos, What Went Down es mucho más propositivo e interesante en texturas y complejo en estructuras.
«What Went Down», track con el que empieza el disco, es una excelente y dinámica introducción en donde se nota a distancia la opaca y áspera producción que han querido lograr. Sin embargo, en el segundo track, «Mountain at My Gates», esto se deja de lado limitándose a una reproducción del tropicalismo suave que ya conocemos. «Give It All» es más parecido a las estructuras post-rockeras de los tracks de Total Live Forever. «Albatross» es una verdadera joya post-prog que ata y finaliza de buena forma la experiencia que hasta la primera mitad del disco se ha tenido. La segunda mitad repite la fórmula con una «Snake Oil» que funciona como una sombría introducción, siguiendo con el tropicalismo de «Night Swimmers», una «London Thunder» que contiene reminiscencias al post-rock, «Lonely Hunter» como un track de rock moderno más convencional embelesado con buenas dosis de pop y «A Knife in the Ocean» como una obra progressive muy interesante que concluye la placa.
Definitivamente este disco es un excelente intento por combinar los sonidos que hasta el momento han distinguido a la banda, llevando la producción un paso allá y mostrando que, incluso repitiendo fórmulas, estas pueden ser más agradables cuando se saben jugar adecuadamente. Lo que sí es que hasta acá le perdonamos a la banda su falta de tomar riesgos, ya que otro álbum siguiendo los mismos patrones sonoros, repercutiría catastróficamente en la identidad que han construido. Otro álbum de Foals con los mismos sonidos es un riesgo que no se pueden permitir.
Foals ha logrado convertirse en una propuesta sumamente sólida y altamente valiosa desde que debutaron en el 2008 con un disco festivo y complejo: Antidotes. Aunque su sonido ha ido mutando con el paso del tiempo, en cada una de sus placas revelan magistralmente el experto conocimiento que tienen de sus instrumentos musicales y una claridad infinita en sus ideas que los hacen grabar pistas únicas que bucean entre complejidades y simplezas al mismo tiempo; así como entre belleza y estruendo, como lo hacen en What Went Down.
