Desde que se formó este proyecto tuvieron que pasar casi tres años para poder escuchar como tal el primer álbum de la banda. Aunque nos habían presentado dos EPs para dar a conocer las intenciones musicales de la agrupación, entender la música desde un álbum oficial de estudio es completamente diferente ya que representa un trabajo más amplio temporalmente, lo que permite abarcar un campo semántico más grande, desarrollar todo un concepto con muchísima más pulcritud y profundidad; al mismo tiempo de que esto representa un problema de dificultad bastante serio para el músico, pero que si lo supera creando un álbum sólido de principio a fin, nos revela la verdadera calidad musical de los artistas. En otras palabras, un álbum de estudio representa en la posmodernidad un discurso completo dividido en fragmentos (canciones) que desarrollan una idea, comparable con los discursos que en épocas pasadas los músicos desarrollaban a través de otros soportes (por ejemplo suites, conciertos o sinfonías; cercanos a la duración de los álbumes actuales) fragmentados en movimientos.
Por ello, me parece fundamental que en vez de lanzar un tercer EP, hayan querido ampliar los conceptos que habían hecho para los primeros dos EPs, reuniéndolos en un álbum, reordenándolos y reconstruyendo el discurso de esta banda liderada por Chino Moreno, líder de Deftones, en compañía de sus amigos Shaun Lopez de Far y Chuck Doom.
A lo largo de los 56 minutos que dura el disco nos presentan música electrónica oscura, llena de matices que van desde el dark wave sublime y suave, hasta reminiscencias al metal alternativo. En ciertos puntos, el álbum guarda ciertas coincidencias con Team Sleep (otro proyecto alterno y más experimental de Chino Moreno).
La mayoría de las canciones dibujan ambientes electrónicos espesos y etéreos; con guitarras por momentos muy limpias que redirigen el viaje musical; con la voz de Chino en primer plano hablando de frialdad, aislamiento e incertidumbre entre otras cosas. Al final, la canción que termina el discurso musical del álbum, »Dea†h Bell», deja espacio para la continuidad, creando un probable puente con la siguiente placa del trío californiano.
Hablando sobre la iconografía y estética visual del álbum, puede parecer que tiene una relación con el abyecto género witch house (sólo les faltan algunos triángulos por aquí y por allá), pero lo cierto es que sonoramente no puede compararse de ninguna forma. Cualquier persona que guste del rock electrónico, el industrial o afines, será capaz de apreciar la música de la banda, contrario a lo que sucede con el witch house que se necesita un amor incondicional por la experimentación cruda y dura. Lo único que los asemeja son las ambientaciones por momentos oscuramente densas, el estilo fotográfico de la portada y el uso de símbología en el nombre, siendo un misterio el significado concreto de ocupar cruces. La misma banda se ha mantenido tajante mencionando que no representa ninguna ofensa ni admiración al cristianismo. Probablemente solo sea un recurso semántico para llamar la atención del público que exige experiencias estéticas mórbidas.
Los fans de Deftones y de Far dirán que probablemente no es lo mejor que se ha hecho, no es un Around the Fur (1997), un Water & Solutions (1998) o un White Pony (2000); pero lo cierto es que es un álbum que se desarrolla con mucha fluidez; que goza de un buen equilibrio de complejidad, sutilidad, agresividad y docilidad manteniendo siempre atento al escucha. Tal vez no es una obra maestra, pero al menos sí es de los mejores álbumes de este aún temprano 2014.