La espera terminó. Doce años pasaron desde la salida de Think Tank (2003) para que tuviéramos un nuevo álbum de Blur. En medio de este periodo la banda estaba desintegrada y parecía que su historia estaba bien enterrada, pero afortunadamente Damon y amigos resolvieron sus disputas y ahora, con la mayor felicidad, nos encontramos en el día de lanzamiento de The Magic Whip, el álbum que definirá el camino que seguirá la agrupación en esta nueva etapa.
Pero la grabación de este álbum no fue tan planeada como puede llegar a parecer. Aunque desde el 2009 la banda ya estaba reintegrada completamente, encabezando los grandes festivales del mundo y grabando algunos sencillos nuevos, fue hasta el 2012 que se propusieron grabar un nuevo disco. Entraron ese año al estudio para generar nuevo material, pero las sesiones fueron interrumpidas por Damon. Después de ese episodio fallido, la banda se propuso solamente seguir lanzando sencillos aislados.
En mayo del 2013 el grupo estaba plasmado en el cartel del Japan’s Tokyo Rocks Music Festival, pero el destino llamó y el festival fue cancelado por razones desconocidas, dejando a la banda varada en Hong Kong durante cinco días, en los cuales, la agrupación entró a los Avon Studios para distraerse un rato. Las grabaciones resultantes fueron desechadas en un primer momento. Meses después los integrantes se encargaron de re-escucharlas, inclinándose por hacer algo con ellas. Albarn le dio la aprobación a Coxon para co-producirlas junto a Stephen Street (productor de The Smiths y Blur) y cuando éstas fueron acabadas, Damon se encargó de ponerles letra, regresando a Hong Kong para tomar inspiración. Justamente la región china es el concepto central sobre el cual el trabajo gira.
Las letras abordan tópicos de un mundo caótico y arremetido en problemas de la modernidad, temas a los que Damon no es ajeno ya que se ha encargado varias veces de expresar. Hibridación de cultura, sobrepoblación, alienación, pérdida de identidad, soledad y sociedades industrializadas; todo contenido en un concepto que engloba perfectamente la vida que se vive en la moderna Asia, la cual avanza a pasos agigantados tanto en dificultades como en soluciones para la humanidad.
Justamente en su reciente debut en solitario, Albarn abordó de forma más o menos parecida los temas que expone en el último trabajo de Blur, ya que son las cuestiones fundamentales que se le hace importante transmitir en la actualidad. La gran diferencia es que los ambientes que nos dibujaba en Everyday Robots (2014) eran profundamente grises, mientras que ahora, gracias a la colaboración de los cuatro integrantes originales, el sabor se torna agradablemente dulce y familiar. Aunque también hay momentos más melancólicos como por ejemplo en «My Terracota Heart» o en «Ghost Ship». Esta diferencia es el resultado de una instrumentación rica y variada, bien ejecutada y bien producida, la cual genera ambientes y matices muy diversos, como es costumbre del conjunto británico.
De forma general se puede decir que la segunda mitad del disco es mejor que la primera ya que se construye como un complejo de canciones que revitalizan la experiencia al tener una mayor experimentación con diferentes sonidos y géneros, justamente empezando con el mejor track de toda la placa «I Broadcast». Si toda la placa fuera constante en congruencia, estaríamos hablando de uno de los mejores trabajos de la agrupación.
Al final es un buen resultado el que logran, pero que queda muy lejos de ser un Parklife (1994) o un 13 (1999) musicalmente hablando, pero que como concepto es digno de admirar varias veces. Sí, la vida moderna es basura y no hay nadie como Blur para decírnoslo tan suave y felizmente.
Blur, una de las bandas más importantes que hayan existido en Inglaterra, se formó en 1989, primero bajo el nombre de Seymour. La banda es considerada, junto con Oasis, el máximo exponente del Britpop, género que pretendía rescatar, conservar y reintegrar el «sonido británico». La cumbre de la carrera de la agrupación fue su tercer álbum de estudio Parklife (1994), aunque otros álbumes como Blur (1997) y 13 (1999), cada uno con su propio estilo y esencia, son considerados obras maestras. A mediados de la década de los 90 la banda se encontraba en grandes dificultades, en parte por los problemas de drogadicción y alcoholismo del vocalista Damon Albarn y de su guitarrista Graham Coxon, así como por la tormentosa separación de Albarn con su novia Justine, cantante de Elastica. Coxon fue despedido de la banda en el 2002 por actitudes que a sus compañeros les parecieron inapropiadas. El último trabajo de Blur, hasta ayer, Think Tank, fue lanzado en el 2003, año en el que la banda se disolvió totalmente. Damon trabajó en diferentes proyectos durante la década pasada como en la legendaria Gorillaz o la banda de culto The Good, the Bad & the Queen. Finalmente, a finales del 2008, la banda anunció su reintegración.
Para entender mejor la discografía de la banda, clasificamos sus discos del peor al mejor: Worst to Best: Blur.