Después de un rato de que Franz Ferdinand no publicara música nueva, vuelven a la escena con un álbum conservador, incluso para una banda que moralmente tiene una responsabilidad de hacer hits para las masas.
La espera fue un poco larga para ver concretado su nuevo álbum (4 años), pese a que estuvieron en activo los últimos años haciendo música nueva, tocando en vivo y apareciendo en los medios de información. Mientras trabajaban en este nuevo proyecto, los miembros decidieron que el proceso, tanto creativo como de grabación y producción, fuese lento para evitar un hartazgo y una posible separación, incluso dejándose de ver por algún tiempo. Lamentablemente, esta forma de trabajar no se tradujo en una mejora o evolución en el sonido de la banda sino en un estancamiento.
Right Thoughts, Right Words, Right Action (2013), como han decidido titular su nueva placa, suena como si hubiese salido en el 2007, en una especie de continuación de su trabajo You Could Have It So Much Better (2005), pero sin llegarlo a superar, ni siquiera a igualar en calidad. Aunque este último LP cuenta con temas que sintetizan la carrera de la banda y puede resultar muy nostálgico, se vuelve muy predecible a comparación de todo lo que han hecho, y peor aún, es un retroceso respecto a la línea más electrónica que ya habían creado con Tonight: Franz Ferdinand (2009).
Para ser franco, es un disco prescindible si se han escuchado los anteriores tres discos de los escoceses. No es lo mejor que han hecho, no es diferente y es demasiado corto, con apenas 35 minutos de duración que saben a decepción. El trago es más amargo cuando se escucha la frase que Kapranos canta en la última canción «But this, really is the end». Si en verdad es el final, definitivamente es un final que no les haría justicia por todo el movimiento musical inglés que detonaron con su debut Franz Ferdinand (2004).
Tal vez este disco sea la representación simbólica de que la escena rock británica orientada al dancefloor que ellos abanderaron la década pasada ha muerto: unos Kaiser Chiefs y The Fratellis oxidados y estancados; unos The Futureheads y Maxïmo Park olvidados; y unos Arctic Monkeys que decidieron, si se me permite la metáfora, quitarse los Dancing Shoes y dejarse solamente los Knee Socks.