Incríblemente este es el primer álbum solista de Damon Albarn. Ha estado en tantos proyectos, muchas veces siendo el compositor principal, que es inentendible por qué se tardó tanto tiempo en hacer una carrera verdaderamente en solitario. Para estas alturas ya conocemos bien su forma de crear música además de su gusto por experimentar con diversos géneros, por lo que en esta ocasión, aunque no llega a sorprender, sí concreta un muy buen disco. Jamás hay que subestimar a Damon.
Desde el 2003 se vislumbraba que, eventualmente, el que fue líder de Blur lanzaría un álbum solista. De hecho en ese año lanzó Democracy: un demo EP que parecía ser la antesala a su inminente debut de estudio. Al final, ese primer LP bajo su nombre estaba muy lejos, pues en realidad tuvieron que pasar 11 años para que finalmente lo pudiera editar, y además, el sonido está muy distanciado de esa etapa gorillezca que atravesaba en el 2000. Esta vez se acerca mucho más a lo melancólico.
Tenemos un álbum tranquilo, en donde durante 45 minutos Albarn nos lleva de la mano por un viaje en el que devela actitudes impuestas por un imperialismo cultural posmoderno. El disco es intimista en el sentido de que nos brinda la mirada muy personal que Damon tiene del mundo. Una observación de las sociedades industrializadas en donde analiza la relación entre naturaleza, tecnología y comunicación.
Las canciones repiten una fórmula bien definida: un sample de fondo que busca crear una atmósfera; una caja de ritmos con patrones sincopados; diferentes instrumentos, principalmente piano y guitarra, construyendo armonías y melodías; y la voz de Damon en primer plano ejecutada de una forma conmovedora.
Los puntos más altos y emocionantes del álbum ya han sido lanzados como sencillos (»Everyday Robots» y »Lonely Press Play»), a excepción de »Photographs (You are Taking Now)» que se convierte en la gran sorpresa aún no expuesta; una pieza sublime y muy profunda que demuestra la calidad poética de Albarn para narrar historias y escribir canciones.
Durante dos momentos se rompe con la suave frialdad de las composiciones (justamente en las canciones donde el The Leytonstone City Mission Choir colabora). Primero en »Mr Tembo», donde incorpora un ukelele, un coro de góspel y su amor por la música africana, todo mientras habla de un bebé elefante; inmediatamente al final de la canción suena Parakeet, una especie de interludio instrumental que bien podría funcionar como música de The Sims. Segundo: al final del álbum en »Heavy Seas of Love» en donde Brian Eno colabora vocalmente.
Un disco sofisticado y minimalista que gustará a los fans de la experimentación explorada en los últimos álbumes de Blur o en The Good, the Bad and the Queen (2007), pero que es débil comparado con las mejores creaciones del artista tanto en Gorillaz como en Blur, sobre todo por la falta de sorpresas.
Damon Albarn, músico inglés de 46 años, es una de las mentes más activas y reconocidas de la actualidad. Con un gran interés en la música desde niño (fomentado por sus padres al ponerle desde muy pequeño blues, música africana y ragas) ha forjado una prolija carrera.
Durante su adolescencia se involucró en diversas bandas hasta que a los 20 años formó el proyecto musical que le haría ser reconocido en todo el mundo durante los 90s: Blur. Durante los 14 años que duró la banda (sin contar su reunión), exploraron muchos géneros musicales como el rock alternativo, shoegaze, grunge, trip hop y la electrónica, pero lo que les haría ser famosos fue su particular y festiva visión del britpop (además de una encarnada rivalidad con Oasis por posicionarse en los charts).
Antes de que la banda se desintegrara, Damon ya había logrado crear nuevamente otro proyecto musical muy importante: Gorillaz. Esta vez estaba oculto detrás de una serie de personajes cartoon y un universo ficticio. Además, el horizonte musical también había cambiado: dub, reggae y hip hop era lo que cohesionaba a su nueva banda virtual.
En el 2007 creó una superbanda sin nombre al lado de Paul Simonon (The Clash), Simon Tong (The Verve) y Tony Allen. Producidos por Danger Mouse lanzaron The Good, the Bad & the Queen (2007), un álbum conceptual que a través de sonidos vanguardistas, rock y experimentación, intentaba retratar la vida inglesa moderna. Por si eso no fuera poco, durante el trayecto ha colaborado en 2 scores para films, creado la música de 2 óperas puestas en escena, editado 3 álbumes de música africana en colaboración con músicos de ese continente, además de tener otro proyecto alterno de soul y funk al lado de Flea (Red Hot Chili Peppers) y Tony Allen, llamado Rocket Juice & the Moon.