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Reseña: Marilyn Manson – The Pale Emperor (2015)


De forma muy sutil, este nuevo disco parece ser la inauguración formal de una nueva etapa para el artista, en donde intenta incorporar la vieja filosofía de menos es más, dentro de un género en el cual siempre se ha intentado lo contrario.
Estética del Sonido
7.7
Narración y Discurso
6.9
Técnica de Producción y Mastering
7.6
Creatividad
8.7
Nota de lectores0 Votos
0
7.7
Marilyn_Manson_-_The_Pale_Emperor
Sello: Hell, etc. Productores: Marilyn Manson / Tyler Bates

¡Nuestra primera reseña del año! Eso No Soy lamenta haber tardado tanto para publicar nuevo contenido (prometemos mayor constancia). Pero basta de disculpas y adentrémonos en lo importante: el nuevo álbum de Marilyn Manson titulado The Pale Emperor. Como la banda ha venido acostumbrando en sus últimos trabajos, los excesos en su sonido han disminuido considerablemente, generando que en esta ocasión, la atmósfera del disco se transforme en una experiencia menos industrial, similar al post-punk pesado de Killing Joke. Al final, el resultado es un producto muy sincero que recorre el rock de forma más tradicional sin perder el característico sello de la casa Manson.
 
Se podría decir que The Pale Emperor es la contraparte de The Golden Age of Grotesque (2003), el cual derrochaba, en cantidades industriales, artificios electrónicos que generaban una abrumadora experiencia de horror/terror. En el nuevo álbum se opta por anteponer a todo ambientes oscuros y densos que son generados de forma más orgánica y que, hasta cierto punto se sienten más «reales», creando un sentimiento de suspenso que nos mantiene atados durante los 52 minutos que dura la placa.
 
Algo importante que se debe decir es que la teatralidad en su voz se ha visto reducida cada vez más con cada trabajo que lanza (algo que resulta natural cuando la edad avanza), y en The Pale Emperor esa sigue siendo la regla. Oír a un Manson menos agresivo no quiere decir que no logre comunicar con su simple forma de cantar la aguda desesperación del mundo absurdo que le rodea. De hecho «Killing Strangers» y «Third Day of a Seven Day Binge» son grandes ejemplos de cómo ahora Manson es más sencillo con los recursos técnicos que ocupa, sin que deje de transmitir la angustia y opresión que siente; algo importantísimo para el personaje que ha construido, el cual siempre ha sido más valioso por la apariencia y envoltura de sus mensajes que por los mensajes en sí mismos que construye.
 
«Deep Six» es la síntesis perfecta de lo que uno puede encontrar en todo el álbum: Un profundo bajeo que es la vértebra central de todo el sonido; guitarras más obvias y melódicas que dotan de un cuerpo sólido y envolvente toda la experiencia musical; y a un Marilyn Manson influenciado por Peter Murphy en sus vocales.
 
De forma muy sutil, este nuevo disco parece ser la inauguración formal de una nueva etapa para el artista, en donde intenta incorporar la vieja filosofía de menos es más, dentro de un género en el cual siempre se ha intentado lo contrario.
 
Quien haya quedado prendado de Manson por la excentricidad de su triada Antichrist Superstar (1996), Mechanical Animals (1998) y Holy Wood (In the Shadow of the Valley of Death) (2000), probablemente quedará decepcionado. Quien haya gustado de sus últimos cuatro trabajos en donde era complaciente con las masas, probablemente quedará decepcionado. Quien haya dejado más abierta la puerta hacia diferentes sonidos que alguien creativo pueda concebir, probablemente disfrutará del álbum más sincero y oscuro que ha compuesto desde hace quince años.

Criado en un ambiente religioso, entrenado por un Trent Reznor undido en las drogas, influenciado por el criminal Charles Manson: Este fue el contexto en el que Brian Hugh construyó a Marilyn Manson, un concepto musical profundo que parte de la dicotomía inseparable entre el bien y el mal. A través de una estética que infunde terror, letras grotescas y actuaciones teatrales, Marilyn Manson erige un discurso que intenta destruir los valores conservadores que atribulan a la sociedad. El éxito lo consiguió con la trilogía de álbumes que lanzó de 1996 al 2000, éxito que al mismo tiempo le hizo convertirse en un símbolo satanizado y criticado profundamente por parte de los medios de comunicación. Al final, Manson funcionó como chivo expiatorio para distraer a la sociedad de los verdaderos culpables de la crisis axiológica que se vive en EE.UU. y en las sociedades industrializadas, reafirmando su pertinencia como concepto artístico. Aunque los álbumes de la banda, después del 2000, se han aligerado en sonido, la consistencia semántica sigue encontrando vigencia en un mundo que no sabe en qué cree.